AQVA LIBERA

Hotel rural Aqua Libera. Casa romana con spa junto a Mérida

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EL PERISTILO

Es un gran patio columnado que abarca el viridarium (el jardín) con la natatio (la piscina), el solarium, y un pequeño bosque que nos acerca al sentido más puro del jardín romano.

Este normalmente constaba de dos áreas: una, perimetral y en contacto directo con el edificio, donde se recortaba y se modulaba la situación de las plantas. Esta pequeña zona pertenece al dominio humano y por ello se podan los arbustos y se ponen estatuas y fuentes.

Tras ella, separados por una pequeña valla de entramado de madera, empieza el jardín propiamente dicho y es la parte donde se pretendía imitar el reino de la exuberante naturaleza.

Aquí las plantas aromáticas, las ornamentales y los frutales forman un maremagnum de colores y tipos. No están abandonadas a su suerte, sino que el cuidado al que se someten no incluye cambiarles la forma (fuera de las podas necesarias). En este espacio lo que se buscaba era “traer” el bosque a casa, imitando la naturaleza, no cambiarlo y dominarlo.

En la piscina
Noche iluminada con lucernas
En el viridarium
Grupo de recreación Hispania Romana
Disfrutando del templo en el jardín
Pintura romana de un jardín (casa de Livia en Roma)

Un jardín sin fuentes de agua era inconcebible y los romanos crearon varios tipos para que reunieran tres requisitos:

El primero es difundir el frescor del agua. La evaporación toma calor del medio en que está y por eso junto a una fuente siempre el ambiente es menos caluroso. Lo conseguían remansando un poco de agua en una pileta.

El segundo es la música de las fuentes. Con un simple chorrito ya se produce un borboteo muy agradable, y se dan diferentes notas si además se le añade unas escalerillas por donde descienda el agua, creando una auténtica polifonía.

El tercero es unir al sonido del agua el canto de los pájaros. En la mayoría de las pinturas de fuentes y jardines aparecen pajaritos, pues son un elemento indispensable en la belleza y riqueza del jardín. A éstos se les atrae mediante los árboles, pero sobre todo con las fuentes, diseñándolas para que se puedan posar y beber en ellas.

Al tener agua corriente muchas especies se deciden a anidar en el jardín, aumentando su belleza.

Nosotros con el tiempo conseguiremos una esquinita de los jardines de Lúculo, otro de nuestros héroes, que introdujo en roma el cerezo, el melocotonero y el albaricoque.

La belleza